Cronología de una apropiación: Naranja Publicaciones y su experiencia desde lo editorial
Estados Unidos, en el centro de Santiago, es la antepenúltima calle de poniente a oriente que corta el perímetro norte del triángulo que dibuja el casco histórico de la ciudad. Su estructura comprende tres cuadras muy cortas por el lado oriente y una extensa cuadra por el lado poniente. En el extremo sur, se desvía y cambia su nombre a Villavicencio. A pesar de su corta extensión, resulta una calle conocida por algunos de sus edificios: la antigua embajada de Estados Unidos (que le regala el nombre a la calle), la casa-taller del arquitecto Luciano Kulczewski, o la eterna construcción de la segunda etapa del Centro Cultural Gabriela Mistral.
En la mitad de su vereda poniente se ubican – de manera casi permanente – dos contenedores de basura de color verde que sirven a todos los/as vecinos/as de la calle, e incluso a algunos/as de calles aledañas. Esta demanda exagerada provoca que en muchas ocasiones el espacio aledaño a este mobiliario acoja basura de grandes dimensiones dejada por vecinos/as durante las mudanzas; bolsas sacadas del interior de los contenedores por indigentes en busca de comida que luego los perros revientan; o material de reciclaje que, probablemente, nunca alcancen a llegar a plantas procesadoras, pero que el acto de no dejarlas al interior del contenedor logra tranquilizar la conciencia ambiental de algunos/as vecinos/as.
Santiago, miércoles 06 de junio de 2018. 18:40 horas.
El antiguo departamento-taller de Naranja Publicaciones se ubicaba justamente en esta calle, frente a la llamativa casa-taller de Kulczewski. Un primer piso escondido en un predio de planta trapezoidal, cuya única fuente de luz era un pequeño patio que absorbía los rayos de sol sobrantes que caían desde el cuarto nivel bañando sus revestimientos metálicos.
Debido a la escasez de luz, cuando podíamos, salíamos a dar vueltas por el barrio. Una tarde, a poco andar por Estados Unidos en dirección al norte, nos topamos con algo inusual: decenas de diapositivas habían sido arrojadas dramáticamente sobre el pavimento, generando una mancha de aspecto pixelado que rodeaba a los contenedores.
En un primer instante, solo nos quedamos mirando brevemente el espectáculo y, por sobre todo, observando la extraña manera en que habían sido botadas. Ante eso inmediatamente pensamos en algunas posibilidades: una de ellas es que algún curioso al revisar los contenedores, se encontró con estas cajas que no poseían mayor valor y, para separarlas de aquello que realmente estaba buscando, las lanzó al pavimento sin ningún cuidado, dejándolas en el estado en el que las encontramos; mientras que otra posibilidad tenía por protagonista a la misma persona que eliminó estas imágenes, quien se dirigió a estos contenedores para deshacerse de este archivo pero, motivado/a por misteriosas razones o sentimientos, las arrojó al piso de un modo escandaloso para que no quedase duda – tal vez para sí – del acto cometido.
Más allá de todas las fútiles elucubraciones posibles, la curiosidad tomó protagonismo e hizo que retrocediéramos a los contenedores. Nos agachamos, y tímidamente fuimos tomando algunas de ellas y las expusimos a la luz de los postes. En ellas vimos algunas siluetas insinuadas que, por la oscuridad, no se dejaban leer con facilidad. Además, cada una poseía una escueta descripción manuscrita en cintas de papel que habían sido pegadas a los viejos (y sucios) marcos plásticos.
En ese momento, el impulso de la intuición indicaba que aquel encuentro podía ser relevante, hizo que comenzáramos a llenar los bolsillos de nuestras chaquetas con estas diapositivas. Y cuando ya no quedó más espacio, nos devolvimos a casa para buscar bolsas plásticas en las que pudiesen caber todas las imágenes posibles.
La mezcla de felicidad y asco se mantuvo hasta volver al departamento, cuando comenzamos a ver de qué trataban las imágenes que habíamos recolectado en la basura. Aquellas siluetas ilegibles se fueron transformando en paisajes y en distintas personas que, por repetición, insinuaban las experiencias de viaje de un grupo aparentemente familiar. Los sitios: París, Volterra, Innsbruck, entre otros.
Limpiamos cuidadosamente cada una de ellas y las guardamos en un bolso de cuero fabricado durante la década del ‘70 por cerca de dos años.
©Naranja Publicaciones
Santiago, miércoles 20 de mayo de 2020. 17:27 horas.
Hace pocos días habíamos comprado un scanner que permitía digitalizar diapositivas. Si bien a primeras no recordamos el contenido del bolso guardado en la bodega del nuevo departamento-taller en Torres de Tajamar, al rato nos dimos cuenta que las olvidadas diapositivas eran el material ideal para probar la nueva adquisición, y de paso, poder navegar detalladamente, por primera vez, en este archivo.
Después de horas de lento trabajo, fuimos descubriendo en detalle el contenido de las diapositivas y logramos dibujar un panorama que conectó las piezas de este archivo.
La digitalización confirmó que eran varios los personajes que se repetían, pero principalmente nos llamó la atención la insistente presencia de un hombre y una mujer. Sospechamos que ellos eran los protagonistas de estas imágenes que nos sorprendieron por su gran valor estético y cuidada composición, construyendo un archivo altamente conmovedor y evocativo de una memoria – probablemente familiar – que merecía ser resguardada.
Una de las fotos más elocuentes del conjunto se caracteriza por develar la identidad de quien fotografía.
Naranja Publicaciones
Editorial Efímera
Acto de Publicación 4/193
Imagen código B-022
En un patio de frondosos árboles, un [ ] de unos [ ] años y cabello entrecano se encuentra levemente arrodillad[ ], apoyándose con sus manos sobre un pavimento de piedra, mientras mira sonriente a la cámara. Delante de [ ], un espejo de marco de madera con motivos orgánicos refleja a un [ ] de color gris y blanco, que observa atentamente su imagen. Sobre [ ], un[ ] [ ] rubi[ ] de unos [ ] años sostiene verticalmente una cámara fotográfica disparando directamente al espejo.
El acto de digitalizar las diapositivas encontradas, nos hizo reflexionar acerca de la imagen y la narrativa, especialmente en los álbumes fotográficos: objetos íntimos que construyen la historia de un grupo humano, en este caso, aparentemente familiar.
La eliminación de estas diapositivas en el espacio público, expuestas a la mirada de los/as transeúntes, implica un complejo desvanecimiento de la condición privada de un bien familiar, en este caso un conjunto coherente de imágenes que funcionan como huellas de las vivencias de un grupo de personas, que buscan rescatarlas “de la precaria fiabilidad de la memoria”, como escribió Joan Fontcuberta . No obstante, al ser tiradas a la calle, las imágenes perdieron su narrativa individual, deshaciéndose de las vivencias que las originaron, y pasaron a integrarse al cúmulo interminable de imágenes descontextualizadas que inundan el mundo. El sentido, que en el caso de estas imágenes viene su activación desde el relato de la persona que tomó la imagen o experimentó la vivencia, desaparece al no existir esa fuente primaria. La imagen proveniente del álbum familiar, se convierte por la eliminación, en una imagen desactivada.
El proceso de asimilación y apropiación de este archivo de imágenes desactivadas, nos hizo cuestionar el modo de introducirlas a nuestra obra (todo el material que se encuentra en nuestro departamento-taller es susceptible de ser incorporado a nuestra práctica), puesto que por la naturaleza del encuentro, era necesario preguntarnos acerca de la privacidad de esas imágenes y en qué elementos radicaban esas intimidades, con el fin de tratar estas materias latentes de narrativa, del modo más respetuoso posible.
Durante ese proceso, que terminó convirtiéndose de un periodo de reflexión acerca de la imagen, detectamos que la incorporación de este archivo a nuestra práctica necesitaba respetar una variable relacionada con su naturaleza íntima: su utilización no debía buscar la reconstrucción de su tejido narrativo, puesto que el modo en que las imágenes fueron encontradas nos demandaba no alterar su estado de desactivación.
Nuestra práctica como Naranja Publicaciones se ocupa de investigar los actos que rodean a la publicación y al acto de publicar. Esta mirada nos ha llevado ampliar las posibilidades mediales que puede adoptar una expresión de este tipo, creando un campo fértil de intersecciones disciplinares. Es por ello que nos pareció la manera idónea de integrar a nuestra práctica artística este archivo de diapositivas a través de un trabajo editorial. Sin embargo, es de tal potencia y complejidad la trama de reflexiones que surgen de este encuentro que las dimensiones del proyecto solicitaban la construcción de un espacio propio. Es ahí donde surge Editorial Efímera.
Naranja Publicaciones
Editorial Efímera
Una editorial es una plataforma que filtra ideas o contenidos afines, para luego amplificarlos. En ese sentido Editorial Efímera surge como un espacio dedicado exclusivamente a construir acciones de publicación de este archivo hallado en la basura, comprendiendo su naturaleza y reflexionando acerca de aspectos materiales y conceptuales del acto de publicar.
Por ello pensamos Editorial Efímera como el ámbito que permite a cada imagen tener un último instante de visibilidad antes de desaparecer para siempre, siguiendo la voluntad de eliminación constatada en el encuentro del archivo en un contenedor de basura. Este último instante se comporta como un ritual que permite a la imagen morir dignamente.
Este acto de visibilidad que al finalizar da paso a la desaparición de la imagen – y al archivo desde la desintegración de la parte – es el motor de existencia de esta editorial. Cada aparición o entrega de la editorial la hemos denominado ‘acción de publicación’, mediante la cual publicamos una de la imágenes del archivo utilizando los medios pertinentes para amplificarla. Cada acción tiene por protagonista a una imagen por vez, la que luego nunca más será utilizada. Por lo tanto, la editorial contempla la realización de 193 acciones de publicación.
Una vez realizadas todas las acciones previstas, la editorial desaparecerá.
Hasta el momento hemos realizado 4 acciones de publicación, siendo usted partícipe de una de ellas hace algunos minutos. Cada acción tiene sus propias peculiaridades y atiende a contextos específicos. A continuación describiremos en pocas palabras cada una de ellas:
Acción de Publicación 1/193: para la muestra ‘Arte Futuro’ de CityLab en Open Kennedy intervenimos un cubo de 2x2x2 metros con la primera acción de publicación compuesta por una grilla de 9×9 en la que se ubicaban 81 fotografías. Cada visitante del cubo podía retirar del muro una de las imágenes, dejando visible una descripción textual de algún aspecto de la fotografía. Al ser retiradas las 81 fotografías, un manto de 81 descripciones reconstruían textualmente la imagen código C-016.
Acción de Publicación 2/193: en el contexto del curso ‘publicación editorial y libro de artista’ que dictamos durante el primer semestre de 2021 en la Escuela de Diseño de la Universidad Diego Portales, infiltramos un podcast que realizamos para lxs alumnxs con esta acción de publicación. Nuestras dos voces, que a veces se distancian y otras se traslapan, describen la fotografía código E-013.
Acción de Publicación 3/193: durante unas vacaciones en el norte de Chile, en el extremo sur del Desierto de Atacama, realizamos una recorrido por las ruinas de una casa que supuestamente perteneció a la familia de Salvador Allende proyectando la imagen B-020, acción que se transmitió por IG Live. A lo lejos, una cámara atestiguó la acción, registrándola en video pero sin mostrar la imagen liberada.
Por último nos parece importante mencionar que la Editorial no tiene una fecha límite de funcionamiento. Su extinción únicamente está determinada por la realización de las 193 acciones de publicación previstas. No obstante, desde la primera acción de publicación la editorial posee un catálogo razonado que recoge la totalidad de las diapositivas pero con una peculiaridad: todas las imágenes se encuentran apagadas, dejando visible solo las siluetas de los marcos con las vagas descripciones de los lugares donde fueron tomadas. Cada imagen apagada- impresa en acetato- se traslapa una sobre otra, generando en el espectador un simulacro del momento en que nos encontramos con ellas en aquel contenedor de basura en calle Estados Unidos.