Las tipografías de Fer Cozzi: letras con perspectiva de género, carácter y experimentación
El trabajo en tipografía de la diseñadora argentina Fernanda Cozzi es altamente expresivo, un reflejo que mezcla su creatividad, espíritu inquieto, curiosidad por experimentar y su visión de vida como feminista. Una mezcla única, donde la inspiración nace de lo cotidiano y las contingencias en su vida. Cada una de sus tipografías lleva un nombre de una mujer, personajes que admira y que «se relacionan conceptualmente al carácter de las letras», cuenta. Así va creando historias a través de sus fuentes, para comunicar visualmente el mensaje de párrafos, frases y palabras. Como su tipografía Síncopa, que tiene a Nina (Simone), Billie (Holiday) y Ella (Fitzgerald), tres mujeres del jazz, representadas por los diseños que ha creado para esas letras; o Tomasa (como la cantante de neoperreo Tomasa Del Real), inspirada en el dinamismo de las subculturas urbanas, tanto musicales como visuales como el grafitti y el tag; o Inge -que lleva el nombre de Inge Lehmann, una sismología y geofísica danesa que descubrió el centro sólido de la tierra-, «de visualización compacta con un fuerte sentido del ritmo y una textura muy sólida», describe. Sus tipografías han sido reconocidas internacionalmente en eventos especializados como Typographica, LAD Diseño, Tipos Latinos o Pangramme.
Fer Cozzi hoy trabaja desde su estudio en Buenos Aires de manera independiente, dicta charlas y es profesora de Diseño Gráfico y Tipografía en la Facultad de Arquitectura, Diseño y Urbanismo (FADU) de la Universidad de Buenos Aires y en su Maestría en Tipografía. Desde sus años como estudiante de diseño gráfico comenzó una búsqueda por conocer más de las letras, con cursos de caligrafía, lettering, asistiendo a eventos de tipografía, pero fue ingresando a la especialización en Diseño de Tipografía cuando se encontró con lo que buscaba. «Ahí todo tuvo sentido: teorías, modos de hacer, de ver, de usar, de pensar letras…felicidad. Encontré en la tipografía la forma que más me gusta de las letras. La tipografía es capricho, desde el minuto cero es pura regla y pura posibilidad. Desde la arbitrariedad de decir que una letra es un sonido, a tener que pensar un sistema que debiera ser altamente combinable entre formas llenas de particularidades. No sé si hay otra disciplina que tenga a la vez tanto campo fértil como límites establecidos. Y eso me parece un desafío hermoso, divertido. Hago letras porque me divierte, y divertirse lleva un montón de trabajo».
En su charla «Ningún tipo nace feminista» habla sobre su proceso personal de creación tipográfico, el que incorpora los cuestionamientos de introducir la perspectiva de género al crear una tipografía, entendiendo el poder de las letras para comunicar visualmente ideas y sensaciones para mensajes, textos, frases y palabras. Para ella no existe una «tipografía feminista», incluso iría en contra de su objetivo, pues inevitablemente se crearía algo desde el género y los prejuicios al darle una característica «femenina». «El feminismo es una manera de ver, entender y vivir el mundo. Es mucho más que solo algo que pueda ponerse en una cajita (o en una tipografía)», aclara. «Creo que yo siendo feminista no hay cosa que haga que no esté atravesada por esa manera de pensar. No hay una tipografía mía que sea más o menos feminista que otra. Mi trabajo es feminista porque yo soy feminista, y no hay modo de separar eso».
En esta entrevista le preguntamos a esta destacada tipógrafa sobre su personal estilo para crear tipografías, qué le da sentido a sus procesos creativos y su percepción del panorama para las mujeres tipógrafas en Latinoamérica.
RM: ¿Qué se necesita para crear una tipografía con perspectiva de género y por qué es importante?
FC: No creo que sea «una» tipografía la que deba hacer el trabajo. Creo que la disciplina en general debe repensarse y tener una visión con perspectiva de género en todas las producciones que se hacen. Desde el hacer tipografía hay que dejar de hacer uso de estereotipos para definir, promover y vender nuestro trabajo. Pensar cómo hablamos y describimos, qué forma de representación elegimos, qué mensajes e imágenes generamos, qué discursos validamos, etc. Es clave reflexionar sobre la profesión actual, atravesada por una realidad que excluye y aísla. Dejar de lado el pensamiento binario y buscar maneras más creativas de usar las palabras y las expresiones sobre nuestros proyectos. Dejar atrás las semantizaciones “sensual” o “sexy” para hacer referencia directa a algo “femenino”, por ejemplo. Dejar de cargar como etiquetas en los motores de búsqueda “femenino” podría ser un buen primer paso.
Las letras, las tipografías son cosas. Cosas que pueden ser descritas de muchas maneras y de formas muy sugerentes y creativas. Es importante pensar que tener perspectiva de género a la hora de contribuir a una disciplina implica poder cuestionar el status quo binario, el peso histórico de los discursos patriarcales. Es ayudar a construir el mundo que queremos habitar. Menos sesgado y cerrado, más indefinido y pluralista. Hablar de letras como cosas vivas -permeables a interpretación– es volverlas parte de un mundo dispuesto a ser modificado , pero sobre todo es dejar la puerta abierta a que quizás vivan en lugares donde no imaginamos.
RM: ¿Cuál dirías que es tu sello al diseñar una tipografía? ¿Tienes alguna metodología especial para inspirarte y crear tus tipografías?
FC: No sabría cual es mi sello, pero creo que tiene que ver con la sensación general de “esto no debería estar funcionando, pero va… mejor lo exagero y listo” jajaja. En la parte creativa, la verdad es que busco excusas para trabajar de manera muy azarosa. Puede ser una canción, algo que vi, una palabra, una comida, lo que sea. Y, para bien o para mal, soy rápida para armar los primeros bocetos y dibujo mucho. No siempre bien, no siempre llegando a algún lugar, pero con mucha prueba y error.
Sobre métodos… tengo menos precisiones. Por lo general soy bastante inquieta, ansiosa e intensa y no sé estar sin hacer “nada”. Entonces constantemente planeo cosas nuevas por hacer. Siempre WIP (Work in Progress). Si se me ocurre algo, necesito hacerlo YA… y si no logro hacer un set de letras y escribir palabras en unas cuantas horas probablemente no siga adelante con ese proyecto. Lo tomo como una falla en la conexión entre la idea y la forma, y quizás necesito pensarlo mejor. Las ideas pueden ser geniales, una sola letra puede ser hermosa, pero si no puedo escribir palabras, nada tiene sentido. El diseño tipográfico no se trata de hacer letras bonitas, se trata de crear sistemas y el objetivo es poder escribir palabras, textos. Y si pasada esa etapa (ya escribiendo palabras) me aburro, me trabo o me frustro con alguna tipografía, no la abandono sino que tengo lo que llamo “pared de la vergüenza” donde voy colgando impresiones de los proyectos inconclusos para tenerlos cerca, mirándome.
Me cuesta focalizar solo en una cosa y termino trabajando en varios proyectos a la vez para bajar la ansiedad e intentar no sobre exigirle al proyecto que cubra todas mis inquietudes. Tener varias cosas en curso me sirve para tomar distancia y tener una mirada crítica sobre lo que estoy haciendo. Dejo las cosas en reposo y vuelvo días o semanas después para descubrir aciertos o errores…y así, voy avanzando con todo. O eso creo. También suelo pedir muchas opiniones, a quien se me cruce, aunque no siempre comparta lo que me comentan me sirve para repensar o justificar lo que hago.
Y cuando todo eso no funciona, dibujo más… No sé si es un método que le pueda funcionar a alguien más pero a mí me resulta y me ordena, aunque no parezca.
RM: Todas tus tipografías tienen nombre de mujer, ¿nos puedes contar de esa decisión/elección?
FC: La parte que más siento que me demora es encontrar un nombre acorde para la tipografía. Tengo como premisa el utilizar nombres de mujeres, pues me considero feminista y me gusta decirlo siempre que tengo la oportunidad. Pero no solo es un capricho, sino que busco que conceptualmente refieren a personajes que admiro o encuentro interesantes de alguna manera en relación al carácter que tengan las letras. En ocasiones, los nombres surgen cuando las letras toman más sabor y ritmo, en otras nacen junto con la idea del proyecto.Lo importante para mí, no es solo darles nombres de mujer sino que cuenten una historia. Busco, leo, recorto y recién ahí todo el proyecto toma forma. No sé cuántos leen en la descripción el por qué de los nombres, pero me reconforta saber que está ahí.
RM: Hay alguna de tus tipografías que sea tu favorita o que más te represente en este momento, ¿cuéntanos cuál es y por qué?
FC: Sin duda, al día de hoy, Tomasa es mi favorita. Creo que tiene mucho de mí, de versiones mías de todos estos años: la Fer que hizo graffiti y que escucha rap y reggaeton, con la Fer que tomó muchos talleres de caligrafía… todo eso se combinó en mi cabeza cuando comencé Tomasa. Con ese proyecto logré, o eso creo, traer a un sistema tipográfico muchas formas, recorridos, experimentos y sabores de letras que me acompañaron durante toda mi vida. Y fue realmente «fácil» hacerlo. Que no se mal entienda, ¡fue mucho trabajo! Pero fue muy fácil para mí distinguir qué era honesto con el proyecto y qué no lo era mientras estaba haciéndolo. Quizás esté contaminado por algunas resoluciones arbitrarias, pero sin duda es mi mayor orgullo.
RM: Has dicho en entrevistas que es importante hacer tipografías expresivas, ¿qué quieres decir con eso? ¿cómo se le da personalidad a las tipos?
FC: Hacer letras expresivas no es pensar en hacer algo «experimental» de antemano, sino realmente tener un proceso más personal. Las letras son signos de su tiempo, están cargadas de detalles del contexto y de los ojos de quien las dibuja. El gran momento que te cambia la vida es cuando te das cuenta de que cada persona y proyecto es único y es mejor evitar intentar ser o copiar el trabajo de otra persona. Todos tenemos que dibujar las mismas letras, porque las formas de las letras son las que son, pero podemos darles sabor con nuestra propia receta para hacerlas. Me aburre pensar que la producción se puede reducir a pensar en “cosas que venden”, una creación basada en el mercado, porque creo que nos perdemos de probar cosas que a les demás tal vez ni se les ocurra probar. Cada persona tiene una visión del mundo, contexto y antecedentes diferentes, por lo que lo mejor que puede hacerse es tomar eso como un punto de partida para ver, usar y dibujar letras sin preocuparse por cosas como el mercado, la popularidad, la fama, seguidores, etc.
Soy partidaria de que las letras que dibujo son una suma de contingencias, “una crónica de intersecciones casuales, de azares” como diría Paul Auster. Y mis azares y contingencias nunca pueden ser las mismas que las de alguien más, entonces ¿por qué no probar hacer más? La mayor parte de mi trabajo es un cóctel de accidentes, errores y la terquedad de hacer que algo funcione aunque lleve más tiempo, trabajo y lágrimas. Siempre es puro beneficio, nunca pasas por un error sin aprender de él. Por ejemplo, un montón de errores en una letra puede ser una excelente manera de darle vida a todo el proyecto o incluso podría ser el punto de partida perfecto para un proyecto nuevo.
Creo que hoy la tipografía tiene muchísimas posibilidades y es vital mantener la curiosidad más allá de los resultados tangibles y de la referencia a lo que ocurre en la propia disciplina. Hay que sentirse constantemente ignorante simplemente para no quedarse atrás. Hay cosas nuevas generándose todo el tiempo, en la disciplina y en sus alrededores. Y, como en cualquier ámbito creativo, quedarse quieto es retroceder. Así que animo a quien quiera diseñar tipografías a ser fiel a sus intereses, abrazar la experimentación y tener un poco de testarudez con las ideas. Todo esto debe ir acompañado de trabajo duro, exploración y curiosidad con todo lo que se hace, se ve y se produce en torno a la tipografía, el diseño y el mundo en general.
RM: ¿Qué opinas de la participación de las mujeres en la tipografía latinoamericana? ¿tienes algunas referentes?
FC: Creo que hay interés en torno a las letras por muchas mujeres, pero falta representatividad en la industria local y es cierto que es una industria y disciplina dominada por hombres. Particularmente me ha pasado que otros diseñadores y profesionales asumieron que era un hombre… quizás por mi nombre, mi trabajo, quién sabe. Y se sorprenden cuando ven que soy una mujer. No creo que haya mala intención sino una predisposición a creer que hay más hombres haciendo tipografías. Creo que se esperan letras «suaves», «coquetas» y «femeninas» de una mujer y mi trabajo está construido de una manera muy diferente.
Hay un movimiento fuerte de mujeres en el campo de la tipografía, y eso es increíble. Hay espacios para compartir, para apoyarnos y para ayudarnos en ambientes seguros. Estamos viviendo un gran momento para apoyar a todas las mujeres diseñadoras y construir una comunidad más diversa. Es nuestro deber hacer del medio un lugar realmente inclusivo, no solo para mujeres sino abierto a todos los géneros e identidades, un mundo realmente no binario y lleno de aceptación y compañerismo.
En Latinoamérica existen varias mujeres a las cuales respeto y tengo cierta admiración por su desarrollo profesional, como por ejemplo Fabiola Mejía (Costa Rica), Sabrina López (Argentina), Julia Martínez Diana (Argentina), Yani Arabena (Argentina), Cyla Costa (Brasil), Flavia Zimbardi (Brasil), entre otras.
RM: ¿Cuáles son tus próximos proyectos?
FC: Tengo varias tipografías iniciadas pero con una dirección incierta. Mis chicas actuales son: Aidé, Aimé, Alfonsina y Lohana. Muchas vienen creciendo, cambiando, madurando en los últimos años. Solo tengo que encontrar el modo de cerrar y dejar ir, lo que no es fácil. Pero, cuando me quedo estancada con alguna, dibujo más cosas… después de todo, me ayuda a pensar.