Cambiar la competencia por la inclusión: Los nuevos juegos deportivos queer de Gabriel Fontana
Reimaginar la forma en que practicamos deportes para reconfigurar la forma en que nos relacionamos como sociedad. Gabriel Fontana, diseñador social y artista, utiliza los deportes como metáforas de la sociedad, creando nuevos juegos que desafían las estructuras sociales y de poder a las que estamos acostumbrados, juegos que buscan hacer los entornos deportivos más inclusivos como sus proyectos Multiform y Tournament of the Unknown, que se alejan de la lógica de la competencia tradicional entre equipos, incluyendo dinámicas de roles fluidas, cambios de equipos, otras formas de enfrentarse corporalmente, en nuevas formas de canchas.
Su trabajo se expande por los ámbitos educativos, culturales, artísticos y también en la industria deportiva, con presencia tanto en las escuelas europeas, recientemente en los Juegos Olímpicos de París 2024, así como en las oficinas centrales de Nike World y en museos como el MoMA (EE.UU.), MAC/VAL (Francia), W139 Amsterdam (Holanda) o en la Semana del Diseño de Milán.
La relación de Gabriel con los deportes parte desde una esfera muy personal, pues su padre era profesor de educación física y de cine a la vez, algo bien inusual cuenta el diseñador, así que se podría decir que es algo de familia ver los deportes desde otras ópticas. Introduciéndose en el campo político, filosófico y social del diseño, Gabriel ocupa la performance que se vive en los juegos como un laboratorio para nuevas prácticas y dinámicas relacionales entre distintos grupos sociales, que propicien la inclusión, el bienestar y las relaciones transversales, convirtiéndolos en terreno más amables para las disidencias sexuales y otras minorías. Sus juegos desestructuran las normas que tradicionalmente vemos en los deportes y que no han cambiado casi desde que tenemos memoria, ya que las innovaciones han ido por la técnica y tecnología, siempre hacia la forma, pero no al fondo.
Fue su propia experiencia al crecer como una persona queer que nunca se sintió realmente bienvenido en los entornos deportivos -«a menudo estaban dominados por una masculinidad tóxica”- lo que moldeó su comprensión de los deportes, “como algo más que simples juegos: son espacios donde los valores sociales, las dinámicas de poder y los comportamientos están profundamente arraigados y reproducidos. Al examinar los deportes de esta manera, me di cuenta de su potencial no sólo para reflejar, sino también para desafiar y transformar las estructuras sociales”.
Multiform fue creado en 2019 en conjunto con la filósofa Nathanja van den Heuvel e implementado junto a escuelas de la ciudad de Rotterdam, sus profesores de educación física y alumnos. Es un juego de equipos donde el campo de juego es diferente, los uniformes son transformables y las reglas del juego van desafiando las estructuras de poder y las normas corporales tradicionales al jugar entre grupos. Cuando suena una señal los participantes tienen que cambiar una capa de su uniforme, cambiando de color y pasando a ser parte de otro equipo, que difieren en número de jugadores y composición, por lo que experimentan ser mayoría o minoría, y se enfrentan al desafío de generar estrategias colaborativas.
Uno de sus últimos proyectos, Torneo de la Desconocido (2022) busca reinventar la forma de estar juntos en sociedad, superando el pensamiento binario y los valores sociales rígidos. A través de una serie de juegos, clases y talleres que suceden en una escenografía especialmente diseñada, distintos grupos sociales se reúnen a jugar, con distintas edades, ocupaciones, etc. Son juegos fluidos que van cambiando las reglas y equipos a medida que se desarrollan, por lo que los jugadores quedan en un proceso abierto a la experimentación que los obliga a reaccionar y desarrollar nuevas relaciones con los distintos grupos.
Gabriel será uno de los speakers en la próxima versión de What Design Can Do, encuentro internacional donde el diseño es visto como herramienta social y de innovación para las problemáticas eco sociales que vivimos y que este viernes 27 de septiembre comienza su nueva edición en México DF. En este contexto presentará Multiform en Latinoamérica por primera vez y verá cómo el juego se adapta a este nuevo entorno, cómo resuena en las comunidades latinoamericanas, qué respuestas o interpretaciones diferentes a Europa se van generando.
Conversamos con él sobre su trabajo y visión de los deportes como reflejo de la sociedad y su potencial para aportar a la transformación social, y el importante rol de los diseñadores en el mundo actual desde su visión como académico en el Máster de Diseño Social de la Universidad de Eindhoven y otras instituciones.
RM: El concepto de «jugar contra otros» es central en los deportes tradicionales, ¿cómo has visto cambiar la dinámica de grupo cuando los jugadores adoptan las reglas inclusivas de tus juegos?
GF: Cuando los jugadores adoptan las reglas inclusivas de mis juegos, el cambio en la dinámica del grupo es profundo. Los deportes tradicionales a menudo enfatizan la competencia y las oposiciones binarias, pero en juegos como Multiform, donde los equipos son fluidos y los jugadores cambian regularmente de roles, la colaboración y la empatía toman protagonismo. Los jugadores se ven obligados a repensar su relación con sus compañeros y oponentes, creando un entorno más cooperativo. Esta ruptura de las estructuras fijas de los equipos anima a los participantes a verse unos a otros no como adversarios sino como co-creadores del juego. Se trata menos de ganar y más de la experiencia compartida, lo que fomenta un sentido más profundo de comunidad y respeto mutuo.
RM: Has desarrollado proyectos que desafían las normas deportivas tradicionales, ¿cuál ha sido el impacto más significativo que has observado en las comunidades que han participado en estos juegos?
GF: El impacto más significativo que hemos observado en las comunidades que participan en Multiform y Torneo de lo Desconocido ha sido un cambio profundo en la forma en que las personas se relacionan entre sí a través del deporte. Los deportes tradicionales a menudo refuerzan la competencia y las jerarquías sociales, lo que puede marginar a quienes no encajan en las normas dominantes relacionadas con el género, la capacidad o los antecedentes. Ambos proyectos desafían esas convenciones.
A través de Multiform, hemos visto a niños que antes estaban excluidos o marginados en las clases de educación física convertirse en participantes activos. Los equipos y roles en constante cambio en el juego, así como los diseños de campo alternativos, alientan a los jugadores a adaptarse y colaborar de nuevas maneras. Esta fluidez les permite experimentar lo que se siente al ser parte tanto de mayorías como de minorías, fomentando la empatía y reduciendo las dinámicas competitivas que a menudo conducen a la exclusión.
En Torneo de lo Desconocido, el impacto se extiende aún más. Al reunir a grupos intergeneracionales y comunidades diversas para jugar juegos diseñados para romper los binarios sociales, hemos sido testigos de cómo estas experiencias ayudan a los participantes a desaprender estructuras sociales rígidas. Los juegos se convierten en espacios de reflexión y experimentación, permitiendo a las personas imaginar y practicar modos alternativos de convivencia.
En ambos proyectos, el resultado final es un sentido más profundo de solidaridad y autocomprensión. Los participantes a menudo informan que se sienten más conectados, no solo con los demás sino también con sus propios cuerpos, creando un efecto dominó de apertura y empatía que se extiende más allá del campo de juego.
RM: En una región como América Latina donde deportes como el fútbol juegan un papel crucial en la cohesión social, pero también reflejan profundas desigualdades sociales, ¿cómo crees que tus propuestas deportivas innovadoras pueden contribuir a construir una sociedad más inclusiva y equitativa?
GF: En realidad, encontré a América Latina muy inspiradora en términos de cómo las comunidades marginadas ya han comenzado a recuperar y reimaginar los deportes tradicionales. Un poderoso ejemplo de esto es la lucha libre en México, que se ha convertido en un espacio para el comentario social, especialmente a través de los exóticos, luchadores que desafían las normas tradicionales de género y sexualidad. En un deporte conocido por su cultura hiper masculina, los exóticos aportan una forma de resistencia queer al subvertir expectativas, representar identidades fluidas y rechazar roles de género rígidos. Muestra que los deportes pueden ser más que un simple espejo de las jerarquías sociales: pueden ser una plataforma para el cambio social y el empoderamiento. Este acto de lucha queer abre conversaciones sobre género, identidad y dinámicas de poder, ofreciendo a los espectadores y participantes una visión más inclusiva de quién puede ser celebrado en el mundo del deporte.
Mis propias propuestas, como Multiform, comparten estrategias y valores similares para desafiar las normas tradicionales en los deportes. Al crear juegos inclusivos y no competitivos, Multiform tiene como objetivo romper las estructuras jerárquicas dentro de los deportes, permitiendo que todos los participantes participen en sus propios términos.
El objetivo es ofrecer una nueva forma de jugar que refleje diversas identidades y experiencias, proporcionando una alternativa a los sistemas deportivos convencionales que a menudo refuerzan la competencia y la exclusión. Al promover estas prácticas alternativas, creo que podemos contribuir a construir una sociedad más inclusiva y equitativa, donde el deporte se convierta en una plataforma no sólo para reflejar las desigualdades sociales, sino también para cuestionarlas y desmantelarlas.
RM: En un mundo donde la división parece ser la norma, ¿qué papel crees que puede desempeñar el diseño en la construcción de puentes entre diferentes grupos sociales?
GF: Realmente creo que como diseñadores tenemos una profunda responsabilidad social. Nuestro rol se extiende más allá de crear objetos o espacios; se trata de transformar normas, comportamientos y valores sociales. Sin embargo, también debemos reconocer que el diseño no siempre es una fuerza neutral o inherentemente positiva.
Si bien el diseño tiene el potencial de salvar las divisiones sociales, también puede perpetuar los mismos problemas que busca resolver. Con demasiada frecuencia, el diseño está determinado por narrativas culturales dominantes e intereses comerciales, lo que refuerza las estructuras de poder existentes y excluye a los grupos marginados. Los diseñadores, influenciados por prejuicios o presiones del mercado, pueden crear espacios, productos o sistemas que reflejen y amplifiquen la desigualdad. Por ejemplo, la planificación urbana puede segregar comunidades y las plataformas digitales pueden priorizar ciertas voces sobre otras. Al no considerar plenamente las necesidades de los diversos grupos, el diseño puede profundizar involuntariamente las divisiones sociales en lugar de curarlas. Por lo tanto, es crucial que los diseñadores examinen críticamente su propia posición, rol y posibles ideas preconcebidas.
RM: Tu trabajo se ha exhibido en prestigiosas instituciones y eventos como el MoMA y en la sede de marcas deportivas globales, ¿cómo equilibras la difusión de tus ideas en espacios de élite con la implementación de tus proyectos en las comunidades locales?
GF: Mi elección de trabajar con deportes, en lugar de hacerlo únicamente dentro de los límites de los museos tradicionales, está impulsada por el atractivo universal de los deportes. Los deportes son una parte omnipresente de la cultura, atraviesan diferentes clases sociales y llegan a un público amplio al que los museos a menudo no logran atraer. A diferencia de los museos, que siguen siendo espacios exclusivos reservados para quienes tienen ciertos privilegios culturales o económicos, los campos deportivos son más democráticos y accesibles. Son lugares donde se reúnen personas de muy diversos orígenes, haciendo del deporte un medio ideal para mi trabajo.
Si bien los museos desempeñan un papel crucial en el mundo del arte, su alcance es limitado. A menudo atienden a un grupo demográfico específico y, sin darse cuenta, pueden perpetuar una sensación de exclusividad. Quiero salir de la «burbuja del arte» y llegar a personas que tal vez nunca entrarían en un museo. Al integrar mi trabajo en el mundo del deporte, puedo involucrarme con un espectro más amplio de la sociedad, llevando los principios de las pedagogías queer a una audiencia más diversa y amplia. En síntesis, al elegir los deportes como plataforma, pretendo democratizar el acceso a las ideas y conversaciones que provoca mi trabajo. Se trata de sacar el discurso de las galerías y llevarlo a la vida cotidiana, aprovechando el lenguaje universal y el atractivo de los deportes para fomentar el cambio social a mayor escala.
Además, como diseñador, es crucial para mí no sólo involucrarme con espacios educativos y culturales sino también con la industria. Por eso, durante el último año, he estado colaborando cada vez más con la industria del deporte para darle a mi trabajo un alcance más amplio y un impacto más fuerte. En el futuro quiero seguir colaborando con marcas deportivas, ya que creo que son ellas las que tienen el poder de marcar nuevos rumbos en el ámbito deportivo.
RM: Eres profesor de la Maestría en Diseño Social en la Academia de Diseño de Eindhoven, ¿cómo integras tu experiencia práctica en el aula y qué esperas que tus estudiantes lleven a sus futuras carreras como diseñadores?
GF: En mi enseñanza en escuelas de diseño, enfatizo la idea de que el diseño se trata de crear experiencias, no solo objetos. Incentivo a los estudiantes a pensar más allá de los resultados físicos y explorar cómo el diseño puede dar forma a las interacciones humanas, desafiar las normas sociales y fomentar nuevas formas de estar juntos. Esto es algo que traigo de mi propio trabajo con Multiform, donde uso el cuerpo como herramienta de investigación y diseño, y la experiencia del juego se convierte en una forma de indagación.
Les presento a los estudiantes metodologías de diseño performativo, donde el cuerpo es central para el proceso de diseño. Por ejemplo, no solo especulamos sobre diseños teóricamente, sino que probamos activamente ideas a través de la experiencia corporal, ya sea la ergonomía de una silla o la forma en que un espacio afecta la forma en que interactúan las personas. Al utilizar nuestros cuerpos de esta manera, podemos comprender mejor el impacto social de nuestros diseños.
Este enfoque no siempre es fácil de navegar, especialmente dentro de instituciones que todavía tienden a priorizar la creación de objetos materiales para exhibición. Yo mismo he enfrentado desafíos en el desarrollo de la investigación performativa, ya que puede ser difícil lograr que las escuelas de diseño reconozcan plenamente las experiencias e interacciones como resultados de diseño válidos. A pesar de esto, empujo a los estudiantes para que experimenten fuera de los marcos de diseño tradicionales, llevándolos más allá del aula (a veces incluso a un gimnasio) para explorar cómo nuestros cuerpos pueden ser herramientas para crear prototipos y probar ideas en contextos del mundo real.
Otro aspecto clave en el que me centro es la posicionalidad, que se refiere a cómo nuestras identidades sociales (como género, raza, clase, etnia y capacidad) moldean la forma en que vemos el mundo y nos relacionamos con él. Estas identidades y las formas en que se cruzan influyen profundamente en las perspectivas que aportamos a nuestro trabajo como diseñadores. Motivo a los estudiantes a reflexionar sobre dónde se encuentran socialmente ubicados en términos de su identidad y cómo esto afecta sus elecciones de diseño. Al fomentar esta autoconciencia, mi objetivo es ayudar a los estudiantes a involucrarse más críticamente con la responsabilidad social que tienen como diseñadores, asegurándome de que aborden su trabajo con sensibilidad a las dinámicas de poder y las normas que pueden replicar sin querer.
En última instancia, espero que mis estudiantes se vayan con una comprensión más profunda de su propio papel como actores sociales en el proceso de diseño y con las herramientas para crear intervenciones significativas, impulsadas por la experiencia y que sean conscientes de las implicaciones sociales más amplias de su trabajo.