Bienal de Arte Textil: Un espacio para relevar y visibilizar el textil dentro del arte contemporáneo
Cuando hablamos de la Bienal de Arte Textil, hablamos de un proyecto soñado, trabajado con ímpetu desde la autogestión y cuya gran convocatoria demostró el auge que está viviendo el arte textil y la necesidad de mostrarlo e investigarlo.
Su directora, Piedad Aguilar, artista visual que ha dedicado su práctica al textil, una de las fundadoras de Moda Chile, que hoy trabaja como docente la carrera de Oficios Creativos y jefa del Laboratorio de Fibras de la Universidad Católica de Temuco, -y mantiene su propia proyecto de alfombras A Whole New World-, comenzó a gestar la idea de una Bienal de Arte Textil desde 2019 con la historiadora y gestora cultural Fernanda Eluchans. Y la fue concretando junto a distintos equipos, de a poco, primero con una exposición, luego con activaciones textiles, para llegar en 2022 a realizar una convocatoria para la Bienal que recibió el apoyo de los artistas textiles nacionales e internacionales que contactaron, quienes confiaron en ellos, entendiendo la autogestión del proyecto, convencidos de lo necesaria que era esta muestra 100% textil, para relevar y visibilizar este lenguaje dentro del arte contemporáneo y expandir sus límites. «Era algo que no se estaba haciendo en Chile, nadie estaba hablando de ello», afirma Piedad.
Su primera versión fue en 2023 y logró reunir a 10 mil personas, visitantes que sintonizaron con los artistas textiles de Chile y Latinoamérica, que exhibieron sus piezas en un circuito formado por el Museo de Artes Visuales UC (MAVI UC), el Centro de Extensión del Instituto Nacional (CEINA) y el Centro Cultural La Moneda (CCLM).
Hoy están planeando la segunda versión de la Bienal para el segundo semestre de 2025 y lanzaron un Open Call o Llamado Abierto, donde invitan a los artistas textiles del mundo a enviar su trabajo a través de este link hasta el 30 de septiembre. Lo definen como un catastro donde esperan encontrar y conocer más artistas textiles, con la posibilidad de conocer sus obras y quizás invitarlos a la próxima versión de la Bienal. Además, están comenzando a definir las líneas curatoriales de la segunda versión, que tendrá que ver con los «imponderables» del arte textil, «con la técnica, con la materia prima, con entender cuál es el lenguaje de cada artista», en un contexto de discurso libre y carácter exploratorio, que acompaña la etapa de expansión que vive el arte textil en Chile.
Lo que está claro es que volverá a realizarse en el MAVI UC, esta vez con mayor espacio, y pretenden repetir el circuito del año pasado, un ecosistema en torno al arte textil con dos exhibiciones más en paralelo. Conversamos con Piedad sobre sus impresiones del panorama del arte textil contemporáneo luego del interés suscitado por la primera Bienal.
RM: ¿Para la primera Bienal de Arte Textil, cuáles eran las bases de lo que querían mostrar?
PA: La base curatorial que propuso el curador Matías Allende fue que esto fuera un renacer del arte textil y una nueva mirada, post pandemia, post estallido, post discursos del arte más bien oscuros, negativos, ultra politizados. De hecho se llamaba “La Fiesta de la Primavera”, haciendo alusión a las fiestas de la primavera de las juventudes de los años ’20 y a celebrar el arte textil entre todos. Nos importaba mucho la idea de que el arte textil es algo muy cotidiano, algo que todos entendemos porque estamos rodeados de ello. Más allá que sea arte o no sea arte, el textil es algo que todos sabemos, todos usamos, que aparece en nuestro día a día constantemente. Para nosotros era muy importante que todos entendieran la Bienal y que todos quisieran entrar al museo, que no hubiese un texto con palabras rimbombantes, ultra difíciles, que separaran al espectador de las artes. Fuimos súper cuidadosos en armar una exhibición donde todos pudieran identificarse de alguna manera y eso es algo que queremos continuar.
RM: ¿Cómo fueron tus impresiones de lo que resultó?
PA: Increíble, entendiendo la lista de artistas que convocamos, que fue alucinante. Estaba Ernesto Neto, gran artista textil brasileño, Cecilia Vicuña, Mónica Bengoa, Ana Teresa Barboza de Perú, Marcela Correa, Paulina Brugnoli -que es un estandarte del textil chileno-, Catalina Bauer, Josefina Concha, entre muchos otros. Eran todos artistas que -sorprendentemente- muchos de ellos nunca habían mostrado su trabajo completo. Además, no sucedía solo en el MAVI UC, había una segunda ala de la exposición principal en el CEINA y en el CCLM, una exhibición paralela con un foco más histórico -más político de alguna manera- donde exhibimos arpilleras del ‘73, las originales, y arpilleras de ahora, de la Casa de la Mujer de Huamachuco II en Renca.
Entre medio hicimos varias otras conexiones y activaciones, una exhibición de Sandra Marín en la Universidad Andrés Bello, participamos en una exhibición en conjunto con la Bienal de Artes Mediales, con la obra de la artista María José Schulz («Sensible al Código») hecha en residencia con el Núcleo Lenguaje y Creación de la Universidad de las Américas. En el fondo fuimos haciendo conexiones, y logramos armar una red que llegó a muchas partes. Me sorprendió el impacto que tuvo y lo lejos que llegó.
RM: El arte textil está presente en todas partes, tiene una faceta doméstica, una de tradición más política, otra artística, luego de la Bienal ¿cómo ves el panorama del arte textil actual y en Chile?
PR: Si nos remontamos a la historia del arte, la pintura y el textil estaban en la misma balanza, antes que existiera la fotografía. En la edad media el textil tenía una relevancia importante y lentamente fue entrando a la casa por cosas políticas, cosas de poder en verdad y ahí se relevó a un segundo plano, asociándose a las artes manuales, donde inevitablemente queda escondido dentro de la casa. Eso hace que se despegue de las bellas artes y pase a las artes decorativas. Yo creo que el arte textil estuvo mucho tiempo metido en ese lugar, donde hasta los mismos artistas dudaban de dónde posicionarse.
En los últimos cinco años se ha visto un florecimiento del arte textil, de todas maneras. Ya se veía en la Bienal de Venecia, en Art Miami, en las ferias de arte en 2022, lo que confirmó que esto estaba empezando a moverse. Hoy en día siento que el arte textil está en su peak, volvió a ser un medio que los artistas están buscando. Creo que también se mezcla con una efervescencia post pandemia de querer hacer las cosas con las manos, de entender las materias primas, de saber que uno puede, del querer aprender.
Hoy lo veo como un espacio muy fructífero y creo que en Chile se está volviendo a mirar y a valorizar esa tradición histórica nacional. Siempre está Violeta Parra como ejemplo, que puso en relevancia el arte textil a nivel internacional, junto con las arpilleras, pero se están abriendo los espacios a otras artistas textiles históricas e igual de relevantes, como Paulina Brugnoli.
El estallido social también abrió un espacio en torno del quehacer político del textil, donde funciona como bandera de lucha, que es algo que usaban las sufragistas a principios del siglo XX. Sirve como pancarta en la calle, como espacio de comunicación.
RM: ¿Cómo ves la capacidad del arte textil para conversar con otras disciplinas? ¿Hay alguna característica o material, que facilita estos cruces?
PA: Creo que es un espacio que se presta para la interconexión. El entrecruce de lo formal que tiene el textil en cuanto a cómo se hace, se presta para poder abarcar muchos espacios. Hay varias aristas desde ese lugar, la tecnología, los biomateriales, la ciencia, las comunidades, yo diría que inevitablemente es un elemento interdisciplinar, quizás porque está en todas partes, es un medio que también sirve para otras disciplinas. A nosotros nos interesa expandir el espacio del arte textil, poder entender los lenguajes del textil desde otro lugar.
Algo muy importante que decidimos es salir a regiones los años interbienal, este año en marzo fuimos a Temuco, y ahora en octubre vamos a Talca. Llevamos piezas que estuvieron en la Bienal anterior y las presentamos junto a piezas de la zona en la cual vamos y ahí también se mezclan otros lenguajes. En Temuco nos pasó que la artesanía entró como un cuestionamiento y también como un espacio de discusión muy interesante. También nos pasó con el diseño, ¿Cuál es el límite? ¿Qué pasa con la moda? ¿Qué pasa con la fabricación de textiles de manera industrial?
Nosotros finalmente tuvimos que trazar una línea entendiendo que el arte textil eran piezas simbólicas hechas con textil, no utilitarias. Pero la artesanía también se inmiscuye ahí, y no estamos cerrados a que ese discurso o diálogo suceda.
RM: Para cerrar, ¿por qué es tan importante para ustedes reivindicar el lenguaje del arte textil?
PA: Creo que es un espacio democrático del hacer, algo que muchas personas pueden aprender a hacer. El textil en general es un lenguaje que abarca muchas escenas, la política, lo social, lo íntimo, la identidad, creo que entender el textil es relevante en un área muy grande de la vida. También si pensamos en la sustentabilidad.
Para nosotros es muy importante abrir audiencias hacia al arte, traer más gente al museo y el textil es un lugar amable para eso, es un lugar fácil de entender, es reconocible, creo que esa es su gran importancia.