Bailar, bordar o caminar, el cuerpo se integra en nuevas metodologías para la investigación
¿Cómo acercar metodologías alternativas a las tesis doctorales? Esa fue una de las preguntas que motivó a Paola Jirón, profesora asociada de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo (FAU), coordinadora del Doctorado en Territorio, Espacio y Sociedad de la Universidad de Chile y Directora del Núcleo Milenio Movilidades y Territorios (MOVYT) a organizar el Seminario Taller «Prácticas corporales para transformar territorios desde la interseccionalidad”, junto a la antropóloga feminista Tania Pérez-Bustos, quien se interesa en «explorar metodologías que posibiliten investigaciones y pedagogías transformadoras”, trabajando desde la interdisciplinariedad, cruzando etnografía, arte y técnicas de la artesanía.
Tania ha utilizado el trabajo textil para indagar en las experiencias de mujeres víctimas del conflicto armado en Colombia, personas expuestas a escuchar relatos de guerra, o encuentros entre mundos académico y el de artesanas textiles. Recientemente publicó el libro “Gestos Textiles”, conversaciones entre bordadoras, artistas y etnógrafas en sesiones donde hilos, tijeras, agujas y telas, eran su compañía para ir acercándose entre ellas, sus distintas historias, reflexiones, profundizando su investigación empírica.
Los talleres realizados con estudiantes del doctorado en Territorio, Espacio y Sociedad abordaron prácticas como el bordado, el collage, la caminata, el baile y la cocina como herramientas de investigación. Para Paola y Tania es importante reflexionar sobre cómo incorporar estas técnicas en la investigación, valorando la misma práctica investigativa y cuestionarse cómo se pueden traducir (o aportar) en conocimiento. “A partir del enfoque feminista empiezan a surgir ciertas formas de abordar investigaciones más situadas, más comprometidas, que realmente permitan interactuar, co-producir conocimiento”, señala Paola.
De los talleres hay varios que implicaban movimiento y desplazamiento, como «Una caminata colectiva por Plaza Dignidad» dirigido por Karen Seaman, directora de la Reconquista Peatonal, organización sin fines de lucro que busca relevar la caminata urbana como el medio esencial de habitar y construir la ciudad. Aquí se invitó a registrar la vivencia en un “diario móvil” para concientizar la experiencia. «Entendimos que nunca caminamos solos, caminamos con otros, con nuestros recuerdos, con ciertas posturas o prendas que nos hacen sentir seguros. Esto nos permitió abordar los conceptos de cuerpo, espacio y tiempo, reconocer experiencias comunes, revivir memorias, pensar en el pasado, el presente y el futuro”, cuenta Seaman, alumna del doctorado Territorio, Espacio y Sociedad. Otros en esta línea fueron «Reviviendo el espacio del juego» que utilizó el espacio-tiempo que provoca al juego y «Cantos y tambores para pensar el cuerpo y el territorio», donde el baile aportó para ponerse en el lugar de un otro a través de la corporeidad.
En otros talleres el encuentro se generó en espacios más íntimos, desde la generación de piezas visuales colectivas que incluían el trabajo manual, o reflexiones textiles como «Una cartografía textil bordada», dirigido por Tania Pérez-Bustos, donde los participantes debían traer una manta que tuviera una fuerte conexión con sus cuerpos (olores, formas, evocaciones). «Les pedimos que se conectaran con cómo se siente en el cuerpo escuchar los relatos de sus investigaciones. Nos permitió entender la responsabilidad que tenemos que poner en las investigaciones y cómo crear un sistema que cuida. Y siempre preguntarnos para qué sirve todo esto, pues los talleres son parte de un proceso de investigación, no son la investigación en sí misma”. Otros talleres en esta línea fueron «Ensamblando vidas en un collage», donde el trabajo visual exploratorio y colectivo dio lugar a nuevas vinculaciones, y «Escritura autobiográfica», donde desde la lectura y el relato se reflexionó sobre la experiencia de ser mujer e investigadora y cómo se intercepta con otras dimensiones. Finalmente la cocina también ocupó un espacio en el seminario, con el taller «Revolvamos la olla», donde se compartieron recetas relacionadas con historias familiares para generar diálogo.
Este tipo de metodologías permiten romper con el lugar de autoridad que ocupa quien investiga, permitiéndole acercarse a la persona que le entregará información. Aquí es importante ser cuidadoso, asumir la responsabilidad de producir información y qué hacer con ella, además de hacerse cargo de las implicancias que la experiencia tiene para quienes participaron en esos procesos. “Buscar no intervenir es una ficción. Siempre intervenimos, usando la metodología que sea. La entrevista, por ejemplo, es una tecnología que pregunta, moviliza, transforma, genera incomodidad. Debo tener la ‘respons-habilidad’ de ser capaz de responder por lo que le pasa a la otra persona”, indica Pérez-Bustos. Por ejemplo en «Bordando cuerpos que escuchan» (2020-2022) su proyecto que es un acercamiento al bordado como contenedor de escucha de procesos de justicia transicional, en el que indaga cómo el cuerpo de las personas que escuchan relatos de guerra está afectado, “esas personas decían, este fue un espacio terapéutico, de contención, necesito venir. Y en esa dimensión fue suficiente”, indicó.
Finalmente, las académicas reflexionaron sobre los espacios en que se desarrollaron los talleres de experimentación, espacios cuidados, seguros para quienes participaron que permitieron conectarse con otras dimensiones corporales y afectivas, como «pensar con las manos», conectar a través del cuerpo y las emociones, y encontrar narrativas comunes expresadas en las distintas técnicas. La experiencia del seminario se recoge en el Podcast «El cuerpo en la investigación social», siete capítulos, cada uno centrado en una metodología, profundizando en su enfoque para la práctica de investigación a partir de la experiencia vivida en el taller. Se puede escuchar aquí en Spotify.