El “Yagán”: El auto fabricado en Chile en los 70s
El Yagán es un hito en la historia de Chile, el primer auto diseñado y fabricado en el país, simbolizó el espíritu de una época. El gobierno de Salvador Allende propuso la necesidad de fabricar un automóvil simple, utilitario y de bajo costo, que fuera una opción económica para facilitar el transporte de los trabajadores, ampliando el parque automotriz de esos años.
En un contexto de fuerte industrialización, la política de sustitución de importaciones aumentaba la producción nacional en todas las áreas, creando una cultura material popular local y una agenda donde Chile tendría su propio auto. Fue la época donde el diseño industrial se introdujo en los procesos industriales, influencia de las escuelas alemanas de posguerra, que apelaban a un diseño más funcional, racional y práctico, que centrado en el problema estético.
La alianza entre Citroën Chile y CORFO (Corporación de Fomento de la Producción) fue elegida para el desarrollo de este proyecto, con el Yagán, un auto sencillo, pequeño y funcional -bautizado así en honor a los indígenas patagónicos-, que no costaría más de 250 dólares en su fabricación y tendría más de la mitad de sus piezas fabricadas en el país, como pedía el gobierno.
El Yagán se diseñó pensando en el motor de la Citroneta y con referencias del Citroën Mehari (una especie de boogie francés), pues su intención era ser un todo terreno. Pero en la práctica el proyecto costaba el doble del presupuesto, por lo que no se pudo concretar la importación de la carrocería desde Uruguay y del motor de la 2CV de Argentina. Esto determinó su estética y diseño, un vehículo entre tosco y naif, entre jeep y Citroneta, que sobresalía por sus formas completamente rectas. Un auto completamente funcional, sin puertas ni techo, que originalmente venía en tres colores verde, naranja y café. Su publicidad aludía a su capacidad para manejarse en todo tipo de terrenos, con frases como “un auto con las ruedas bien puestas en la tierra”, o “nada es imposible para un Yagán”, al lado de las imágenes de choferes usando cascos.
Se podría considerar al Yagán como uno de los Citröen FAF (fácil de fabricar y financiar), modelos que tuvieron varias versiones en diferentes países como Grecia, Portugal y algunos países de África. Pero aquí, solo se conservó la base motriz de la Citroneta y el resto de la construcción fue realizada de manera casi artesanal por los trabajadores de la planta automotriz establecida en Arica luego del convenio Citroën – CORFO. Sin carrocería, ni mayor capacitación que su propio dominio técnico, construyeron al Yagán utilizando una máquina plegadora semi artesanal, que solo podía doblar metales en líneas rectas. Así hicieron las formas. Las planchas metálicas las moldearon a mano, e incluso algunas de las piezas como el tapabarros las fabricaron completas a mano, cortando ellos el metal. Esta producción no seriada hacía que cada auto fuera ligeramente distinto, por lo que se decía que ningún Yagán era igual a otro.
Su particular diseño lo hizo popular y también objeto de burlas, según la documentación y prensa de la época, pero hasta el día de hoy es un clásico valorado por muchos, un auto con identidad local, que incluso tiene su propio documental “La huella del Yagán”, de Patricio Díaz y Enrique León. Los primeros yaganes salieron al mercado en 1972 y la producción llegó entre las 600 a 1.200 unidades aproximadamente (no se sabe exactamente). Luego del golpe de estado de 1973, algunos yaganes fueron adaptados y adquiridos para el patrullaje militar de la frontera, y ya en 1974 dejaron de producirse. El proyecto no prosperó pues su fabricación hizo que su valor no fuera tan conveniente, en comparación a otro autos de la época (como la Citroneta), además de la diferencia en comodidad, espacio y estética.